Preview: Deep Dive with Mari Martín

“Dejé de bailar porque me cansé. Me cansé de los ensayos nocturnos, de coger demasiados subways, de que me pagaran mal, de correr de aquí para allá”. Sus últimas dos funciones confirmaron la decisión. “Recuerdo subir a ensayar al escenario del festival de verano Lincoln Center, Out of Doors, y ahí estaban: filas y filas de sillas vacías extendiéndose hasta el infinito, y yo sin encontrar en mí ni el deseo ni la proyección necesaria. Cuando bailas debes proyectar; hay un esfuerzo emocional que conlleva el performance, y si uno no lo siente mejor quedarse en casa fantaseando. Recuerdo estar ahí y pensar, ‘Ya no me interesa presentarme ante un público. Y ahí decidí parar". 

Después de eso “se convirtió en mamá”, como dice ella, y en 1992 regresó a Puerto Rico. Confiesa que no fue fácil. “Regresé después de 12 años de ausencia con estos bellos gemelos de apenas 2 añitos y con pocas probabilidades de conseguir un empleo. Sí, tenía una profesión como maestra pero era inservible: aquí la educación de baile no figuraba en el currículo de las escuelas. Me empecé a ganar la vida como traductora, redactora y editora, y más tarde trabajando con reforma educativa y vinculación comunitaria. Durante ese periodo casi no me moví. ¡Ni a recoger las tijeras del piso, jaja! Realmente me desconecté y me dediqué a ser una mamá trabajadora”. 

A los 54 años Mari Martín regresó al baile. Con sus hijos a punto de graduarse de escuela superior y tras completar su último trabajo a tiempo completo, se dijo: “No quiero ir a una entrevista más. Quiero hacer algo que me apasione –voy a hacer un programa basado en Feldenkrais. No me podía sacar de la mente una línea de Joaquín Sabina que dice: Al lugar donde has sido feliz no debieras tratar de volver. Me preguntaba, ‘¿Por qué quiero volver atrás? No soy la misma persona, han pasado 19 años…'.  Pero tenía que hacerlo; no podía pensar en nada con que me hubiese sentido más conectada.  Así que en 2009 comencé un programa profesional en el Centro Anat Baniel en San Rafael, California. Me había ‘enamorado’ inicialmente de Baniel por YouTube, así que hice mis maletas y me certifiqué en tres años”. A partir de entonces Martín retomó el yoga y la práctica de improvisación con la artista de movimiento y maestra de técnica Alexander, Karen Langevin. "Todo fue cayendo en su lugar. Las cosas que había estado haciendo no estaban en mi alma”.  

De repente, Martín me deja saber que nuestra hora ha terminado. Se tiene que ir para yoga. “Nos vemos mañana”. Para un bailarín profesional llegar tarde a clase es un pecado mortal. 

Al día siguiente nos encontramos en Libros AC para seguir la conversación. Luego de dos cafés pasamos directamente al tema de la educación en baile. Le pregunto cómo haría si tuviese la oportunidad de crear su propio currículo, desde lo más básico. Inmediatamente sonríe. Uno de los principios de Baniel es dejar que la imaginación y los sueños creen nuevas rutas cerebrales. “Creo que los pasos iniciales no estarían relacionados al aprendizaje de técnicas, sino más bien a desarrollar habilidades y a cultivar el awareness, mucho awareness. Movimiento generado desde adentro: respiración, exploración del espacio interior/exterior, balance y peso, planos corporales, cualidades de movimiento y ¡sentir, sentir, sentir! Mira, lo que pasa es que la educación física es excluyente. Si no eres un deportista innato eres excluido y tu autoestima se comienza a deformar. Por eso creo en enseñar habilidades y variaciones –hacer cosas de maneras distintas, aún cuando no estén correctas. Eso es lo que promovemos en las clases de movimiento, a aprender del error, y a partir de ahí empiezas a moverte más libremente”.

Retrato por Raquel Perez Puig. Foto de archivo cortesía de la artista.
Lee la entrevista completa a Mari Martín en el volúmen de Primavera 2023 de Art Papi.
 

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