Dos filis con Mikephillippe
Nos arrebatamos temprano en la mañana con el comediante Mikephillippe Oliveros y esto fue lo que pasó.
¿Estás cómodo con tu voz?
No. Supuestamente, en términos científicos, la manera que sale el sonido de tu boca no te rebota a tí de la misma manera que a la persona a la que le estás hablando porque tienes tus orejas detrás de la boca. Como los demás te escuchan, tú no te escuchas realmente. Es una cuestión de vibración, sonido, ondas y mierdas que la gente no está escuchando realmente. A lo mejor tú te miras al espejo y lo que estás mirando es una versión inversa de lo que la gente está viendo. El sonido es tripioso en ese aspecto porque yo siempre me he considerado una persona del otro lado; como las orejas…
¿Te sientes cómodo frente a la gente?
A veces; cuando no entiendo lo que estoy haciendo. Cuando no estoy de acuerdo con lo que estoy haciendo en ese momento me toca estar en esa posición. Cierto personaje o algo que me entregan en un guión o lo que estamos haciendo en el momento te puede parecer nítido, pero a mí no. Yo lo estoy haciendo porque soy un actor que está haciendo lo que el director quiere que haga o la visión de otra persona.
Te tienes que someter como actor. Eres una herramienta de la visión del director y armonizar con esa persona y eso son un montón de elementos que tiene un actor que yo no siento que puedo controlar - los de dirigir y crear - porque se extrapolan. El actor tiene unas responsabilidades bien cabronas de comprometerse con una visión que no es de él y hacerla suya. Por eso los actores estudian tanto y piensan en su personaje.
¿Simpatizas con tus personajes?
¡Esos son los mejores! Cuando lo lees y lo entiendes piensas “Esto yo lo podría hacer! Éste fui yo, mi amigo, mi tío…”. Esos son los sencillos. Cuando no lo puedes ver es un reto pero normalmente esos personajes no llegan mucho.
¿Cuál sería un reto para tí?
Hacer de una persona realmente malvada. Como esos grandes villanos de las novelas. No es un personaje reaccionario ni violento. Un villano. Una persona malvada, capaz de matar a un bebé.
Me sorprendo mucho con las capacidades del ser humano de hacer daño. Soy susceptible de ver cómo podemos jodernos. Y todos somos agentes de esa acción/reacción todos los días. Nosotros a veces hacemos cosas que pensamos “¿Sabes qué? Esto está mal, pero lo voy a hacer”. Hay un micro-minuto. Hay un sistema pasando entre todo lo que has vivido y todo lo que quieres hacer que te dice…
Dale.
La tienes amarilla, procede a tu juicio.
Pienso que uno siempre es consciente de lo que está haciendo.
Si tienes que liberarte o expresarte házlo, pero te estás yendo a lo loco. Todo el mundo tiene esos momentos. Yo no sé cómo funciona de la misma manera que no sé cómo se escucha nuestra voz realmente. Yo no creo ni sé cómo sería para otra persona pensar de esa misma manera si es normal, si los vegetarianos a mi me ven igual de villano cuando me estoy comiendo un lechón en Guavate. A veces veo gente llorando porque ven perritos abandonados. ¿Cuán malo dentro de tu mecanismo mental ves que esto es una injusticia tan tremenda que tienes que llorar? ¿Qué botones aprietan esas situaciones para tí? A mi me interesa estudiar esas cuestiones y tripiármelas después. A veces uno tiene que ser un poquito frío para ser artista. Y a la misma vez tienes que estar abierto para que algo te afecte y así poder interpretarlo mejor.
Todos tenemos esa dualidad del bien y el mal; pero también hay que tener en consideración que vivimos en una sociedad que alimenta y glorifica la violencia.
Creo que somos una sociedad que glorifica la violencia porque no la experimenta realmente.
La comunidad general no está expuesta a la violencia que se exponen personas en minoría o que viven en barrios específicos o poblaciones con ciertos modelos de política o religión. Para nosotros es un eco de las noticias porque nos llega la información, la globalización y toda la pendejá cuando realmente no la vivimos.
Volviendo al tema de la perspectiva... Hasta que no ves a alguien a quien le explotan la cabeza en una acera frente a tí tu perspectiva de cómo ves el mundo va a cambiar completamente. A lo mejor tú o yo le podemos decir a una persona “Te voy a explotar la cabeza”, o te puedes solidarizar con los actos terroristas que suceden por ahí; pero cuando pasan al lado tuyo es otra cosa. Somos una sociedad que no ha tenido una guerra de verdad. Aquí no ha ocurrido una guerra. Nosotros vamos y peleamos en otro sitio.
Hoy pensaba en eso.
Aquí hay indignación, hay injusticia; hay toda la pendejá, pero no es lo mismo. Y esa madurez, también nos hace falta como público. A lo mejor haces una pieza aquí con un peso y trasfondo político social fuerte y es más difícil llegarle al público. El público no está para eso, no muestra un particular interés por ese tipo de historias.
Pero el interés lo crea una persona.
Esos trabajos se convierten en informativos y sí, de alguna manera hay que usar el agente creativo para llevar ese mensaje. Yo he pensado en historias fuertes, fuertes de aquí que se pudieran hacer y no son comedias: Villa Sin Miedo, Juan Mari Bras, Carlos “La Sombra”, la revolución de los Ñeta, los niños de sangre azul, los guardias que han hecho y deshecho por ahí con cojones. Hay historias que no hay ni que buscar. Están ahí, en el periódico. Historias hijas de puta. Pero hay que saber contarlas porque si no es lo mismo. Tienes el periódico diciéndolo todos los días; las mismas redes sociales reivindicando y reivindicando la historia hasta que se convierte en una pieza de arte. Los memes son piezas de arte cabronas. Sencillas, pero cabronas. Y tienes que cumplir con eso también. Tienes que ver cuál es tu objetivo.
Es importante saber ‘¿por qué estoy haciendo esto?’
La comedia en Teatro Breve ha funcionado como un caballito de Troya y de vez en cuando jugar con esos elementos y hasta con un cierto tipo de humor - y creo que se abusa de esta palabra - irreverente; pero realmente es coger lo que está en el momento sonando y tergiversarlo de manera que cuando la gente lo ve, pueda captar la analogía - cómo esto puede ser esto o aquello también. Cómo nos retratamos como sociedad dentro de un marco ficticio porque no lo vemos.
Cuando vemos una historia, vemos a un gringo haciéndola con subtítulos en español; pero no hay un superhéroe boricua. La gente se muere por Spiderman, pero si pudieras ver a un superhéroe boricua ¿cuáles serían sus poderes? De repente, sale el boricua bestial tirando alcapurrias por las mangas o volando en un bacalaito... qué sé yo. Juegas con la interculturalidad y toda esa mierda. Tripeas con ese tipo de comedia que siempre va a ser como “fíjate…” Crear ese perfil de humor y tripear con la gente de esa manera se ha convertido en nuestra forma de hacer algo.
Lo que ustedes hacen es comedia inteligente.
No sé si inteligente, pero se le da cráneo.
Tienes una presencia contundente dentro y fuera del escenario.
La presencia escénica es una de las cosas a la que más le puedes sacar y hay otras personas que no tienen presencia pero tienen unos niveles bien cabrones de actuación. También es una cuestión de la pieza; tú no vas a tener a un villano bien hijo de puta si no tienes una contraparte con la que el público se identifique. A mi me gustaría escribir una buena pieza que funcione y que personas como tú y yo podamos identificar una buena historia rápidamente porque estamos pensando en ese lenguaje.
Supongamos que esta entrevista la está leyendo un adolescente de 15 años en Quebradillas. Esa persona quiere ser actor, quiere ser algo, quiere que lo vean. ¿Qué debe hacer? ¿Es rigurosidad, disciplina, silencio? Porque tú fuiste ese chamaquito. Yo fui ese chamaquito y lo sigo siendo porque no es algo que yo pensé de repente “Ah, mira podría meterle a esto…” porque para mí era una pasión desde que era chamaquito. Tú ves a alguien que juega bien cabrón el golf y te preguntas ¿cómo? Y es porque desde los cuatro años estaba jugando golf y no hace más ná'. O ves un médico, tiene un bote, una casa bien cabrona, cura gente, sabe como se llama tal y tal hueso.
¡Le metió un montón de tiempo! Todo lo que haces tiene que ir dirigido a eso que quieres lograr y cómo uno mismo piensa “estás a lo loco” y lo haces. De esa misma manera te tienen que llegar las cosas y tú decides “Esto brega para lo que quieres hacer y esto no brega tanto, te estás desviando un poco”. No se puede diluir ese marco. No se puede uno salir de la raya. Eventualmente vas a llegar a algo parecido. A lo mejor no es eso pero algo parecido.
Si estás trabajando en un sitio tienes que convertir ese lugar hacia lo que quieres hacer de una manera u otra; si no, te tienes que ir de ahí, identificar eso e ir a un lugar donde esas cosas estén de acuerdo. ¿Quieres ser bartender? Pues sé bartender en un sitio donde presenten conciertos y el dueño sea cool. No te vayas a ser bartender en Chili’s. ¿Me entiendes? ¡Ahí no! ¿Tú quieres ganar el mínimo federal? Pues vete y trabaja en el kiosco de Don Fermín en la esquina. No tienes que irte a trabajar a Zara. Y créeme, vas a tener un cojón de historias más y vas a conocer a un cojón de gente más cabrona que la que vas a conocer trabajando detrás de una caja en Zara.
Y yo trabajé en los dos. Trabajé en el Christmas Shop en Plaza Las Américas unas navidades, y trabajé en una barrita en Santurce, en la Parada 20, donde conocí a la gente más borracha del mundo y con los problemas más nasty que te puedas encontrar. En los dos conocí a gente muy interesante como experiencia. He tenido todos los trabajos del mundo porque como experiencia, aportan. Me pueden decir, “Mira Mike, hay trabajo ligando cemento.” Y yo pienso, “Pues mira, yo nunca he ligado cemento”. Y si a los tres días no puedo bregar, renuncio.
Los ojos pueden ser como esa varita mágica que si los pones ahí lo absorbes. Le chupas el alma a esa situación, como los indios, y la tienes en tu registro con un color más en tu paleta para meterle a lo próximo. Si no sabes de nada, no puedes escribir de nada.
Si no sabes de nada, no puedes escribir de nada.
¡No puedes! Puedes por un corto tiempo pero no te vas a poder desarrollar. Trabajé seis meses en Steamworks, los baños para hombres que habían en la Calle Luna del Viejo San Juan.
Sí, sí. ¿Cómo olvidarlo? Fui varias veces cuando estaba en la universidad.
No me acuerdo de tí pero yo trabajaba en la caja. Le daba a la gente la llave para los lockers o habitaciones y luego las limpiaba. Si tu querías comerte un burrito yo te lo calentaba en la cocina y te lo llevaba a la habitación. Yo era, digo, soy, o creo que soy, straight y era el único straight trabajando allí así es que era el goal de todo el mundo; me dejaban tarjetas para que fuera a trabajar con ellos a discotecas gays. ¡Hubo de todo! Las miradas eran lo peor.
¿Dinero?
No, nunca hubo dinero. No daba ese vibe tampoco. No era ningún adonis. Yo era el tipo straight y era, pues, vamos a ver cómo lo cogemos.
“Vente a casa a comer un día…”
¡Había de todo! Una de mis funciones dentro de ese trabajo también era cambiar el porno cuando se acababa. Tenía que quitarlo, poner el próximo en los siete televisores que habían y vi muchas, muchas cosas. Vendía dildos y poppers. Para mí esa fue una de las experiencias más cabronas de mi vida. Conocí una gente bien nítida de quiénes ahora no sé nada.
Recuerdo con mucho cariño a un señor que era como un abuelo, Cabrón, un abuelo. Con su bigotito, calvito, espejuelos super chulos, slender. Tenía una finca de flores, se las vendía a las floristerías y tenía ese chivito por el lado. Era la persona más cool del mundo. Me contaba de cuando trabajaba en Nueva York en tiendas de distribución de telas en los 70, la magia de la homosexualidad para esos tiempos. Lo estaban pasando mal pero lo estaban pasando cabrón a la misma vez. Yo rompía noches con él. Siempre venía entre 12 y 6 de la mañana. Era como estar en una serie de televisión. Nosotros sentados detrás de la vitrina esperando a que gente llegara. Llegaban políticos a la hora del almuerzo o gente que yo conocía.
Lo que pasaba ahí se quedaba ahí. Lo peor era el darkroom, que estaba de camino a los baños, y había condones por todas partes. Cuando tenía que ir me daba miedo pasar para el baño y si no estaba muy atento me agarraban la mano y me metían para adentro. No era una cosa de miedo, ¡es que ese mundo estaba cabrón! Ver gente haciendo ejercicios en bolas en las máquinas... a nadie le importaba. Estaba todo el mundo en un viaje.
Libres.
¡Libres! Bien cabrón… Yo me quedé con ese registro de “wow, esto existe”. Luego quebró y por un tiempo fue una clínica para el VIH y yo iba y me uní a la comunidad por un tiempo. Yo tenía 21, 22 años para eso.
¡Ah, eras un bombón!
¡Eso fue un viaje! A veces pienso con toda esa cuestión de madurar. Decir “Eso fue hace una más de una década”. Pero eso no es nada cabrón, nos queda toda una vida por delante. Pero se siente cabrón poder decir “Yo trabajé en tal y tal y tal sitio”, versus decir “llevo 15 años trabajando en la misma compañía”. Para mí eso ya es un logro. Yo no siento que he perdido el tiempo para nada trabajando en todos los trabajos que he hecho. Todos han sido súper enriquecedores en su aspecto. Cuando siento algo, le meto pero, me gusta ser vago también.
¿Tenías algún tipo de apoyo?
No, tenía que trabajar. Llegué a trabajar en un restaurante para desde ahí hacer Teatro Breve, y en filmaciones en el departamento de arte por casi tres meses. Fueron los tres meses más lucrativos de mi vida y también fueron los tres meses más horrendos de mi vida. Después de eso no volví a coger tanta cosa. Decidí enfocarme en Teatro Breve y de ahí para adelante siento que se ha creado una fórmula de estilo de vida y trabajo que me ha permitido concentrarme en lo que quiero hacer y estoy haciendo.
“A veces uno tiene que ser un poquito frío para ser artista.”
Una de las diferencias más extrañas entre las películas y el teatro es que ahí la gente consigue las cosas bien rápido. En hora y media un personaje va de no tener nada a ser una estrella, una luminaria, un productor cabrón, un entrepreneur exitoso; lo que sea. Logras matar a alguien en una hora y quince minutos. Pero eso no es así en la vida real. En la vida real todo se tarda. Mucha gente tiene suerte y sí, se pega en la lotería o se pega en una cosa bien cabrona o lo que sea y hay circunstancias y uno no puede pretender que a todo el mundo le pase igual. Uno no puede pretender que “ésta va a ser la pieza que es”. No es así. Yo he trabajado todo bien escalonadamente y hay que aprender a disfrutarse el proceso porque a veces miras para atrás - y hay que aprender a mirar para atrás para poner las cosas en contexto - y dices “Diablo, llevo seis años haciendo esta pendejá y no me lo estoy disfrutando tanto…” Pues, hay que hacer un cambio. Y yo no estoy exento de eso; pero estoy muy contento con el proceso.
¿Qué haces para tu salud mental?
Marihuana. Fumar un montón. Un montón de marihuana. Desde que me levanto. A veces lo manipulo. Según me va en el día fumo menos o más.
A veces siento que estar disponible es bien importante. Odio decir que no, y a veces me pillo mucho. Mientras espero me mantiene sano hacer cosas que no he hecho en mucho tiempo como ir a la bolera o a las maquinitas, correr, hacer ejercicios también me equaliza. Yo no puedo trabajar los lunes... En un fin de semana después que compartes con todo el mundo y que puedes hacer algo llega el lunes y todo el mundo está de mal humor. Tu rompes con eso. Yo empiezo los martes. Pa’l carajo, nadie dijo que se tiene que empezar los lunes. Yo empiezo el martes.
A mi me encanta trabajar los sábados.
Sábado, domingo… Hay tanta tranquilidad que se transmite esos días que no hay rush ni nada. Tiene que haber algo. Piensa, si realmente los seres humanos son como estas cosas llenas de energía…
Los somos.
… de repente, tienen que emitir algún tipo de vibración o radiación…
Sucede, sucede...
… y cuando mucha masa, muchos elementos de energía se ponen en unísono en el mismo flow, como pasa los lunes a las ocho de la mañana, siento que emiten como una vibración en general.
Encajonamiento colectivo.
Es un movimiento sísmico pero en el aire. Y en los domingos pasa lo mismo. El domingo está tan institucionalizado como el día de estar libre y chillin’ que hasta el sol se siente diferente.
¿Y las noches de domingo? Pueden ser un badtrip.
Puede ser. Pero hay que ver colectivamente; estamos hablando de movimientos grandes. Miércoles por la noche puede ser un hoyo también.
Puede ser un hoyo en cualquier momento.
Los hoyos no reconocen ni tiempo ni espacio. Ellos se presentan y chupan todo lo que está a tu alrededor. Yo me los disfruto a veces. Lo malo es que las otras personas no lo disfrutan contigo. Están preocupados por ti y tú, “Chico, estoy en el hoyo. Salgo ahorita”.
Un hoyo institucionalizado. Entras y sales todos los días.
Claro. Entras, chequeas. “Hello… Hello… ¿Todo bien? ¿Todo bien?”.
Somos criaturas fascinantes.
Nos atrae esa pendejá. Hay veces que siento que estoy demasiado chillin’, demasiado bien y me busco un problema. Yo siento que inconscientemente busco meterme en un problema. Tomo una decisión arriesgada, por no decir mala, a propósito.
¿No has sentido que tu vida ha mejorado después de hacer eso?
No. Se pone un poquito más diferente. Es como meterle la lengua a la batería de nueve voltios para ver si tiene corriente.